Por Djouroukoro Diallo
Después de algunos días en Buenos Aires debemos aprender el castellano, que no es forzosamente el mismo que el español. Porque se llama castellano lo que se habla en España, español pero con particularidad argentina. Una de las primeras preguntas que podemos responder puede ser ¿Vos hablas castellano? Como para decir que la cortesía aquí se expresa con vosotros. En el argentino se habla castellano o español de tal manera que el hispanohablante de otra cultura entienda bien lo que se dice o de lo que se trata. Cuando buscamos una calle, debemos siempre contar el número de cuadras que nos separa de nuestro objetivo. Es muy fácil oír en Buenos Aires “vos seguí una, dos, tres, cuatro cuadras….” Y sigue el resto de la indicación. En las largas avenidas los vehículos pasan muy deprisa y por eso debemos, casi siempre, correr para atravesar.
Si vemos gente haciendo cola cerca de una avenida se trata de una plaza de autobuses. Es muy frecuente ver gente haciendo colas a frente a lugares públicos. Algo que puede parecer extraño cuando no lo sabemos. Por ejemplo, fui a un banco para cambiar el dinero. Pero el banco aún no estaba abierto. Luego de algunos minutos vino mucha gente y empezaron a hacer cola y no entendí este comportamiento. Estas pequeñitas cosas ocurren y nos dan un sentimiento extraño de falta de cortesía o de respeto frente de nuestros anfitriones.
Uno de los más llamativos fenómenos es la comunicabilidad de la gente y su gentileza. En Buenos Aires podemos hablar y preguntar sin miedo, sin reserva. La gente te da respuesta y te da la información que necesitas. Pero, las informaciones pedidas a un cartonero, chicos que venden cartones en carros, o un guardia pueden ser bastante complicadas de entender. Después de un cierto tiempo de preguntas y respuestas sin poder realmente comunicarnos, me dijo un cartonero “me abanico” diciendo que debe irse porque estaba con su hermana que está “abotonada” que significa casada.
Aquí me ha encantado de nuevo comer en un Mc Donald. Así, me fui al más cercano de la fundación CICLO en el barrio de Ramos Mejía. El guardia me preguntaba sobre mi origen y empezamos una conversación. A lo largo de esta, le preguntaba sobre su salario y me hablaba de “lucas” de pesos que significan mil en el lenguaje normal. Esa palabra era una de las numerosas que utilizaba mi interlocutor. Es decir que es necesario hacer un curso sobre los lunfardos argentinos antes de venir en este país para poder comunicarse con la gente de diferentes niveles.
Aquí, el tren como el autobús llega a cualquier tiempo sin respeto al programa. Todo ocurre como si no hubiera un programa para el transporte público. Por eso necesitamos monedas, en el transporte todo se paga con monedas. Lo más difícil es reconocer el lugar donde debes llegar o sino leer con atención el horario y seguir las diferentes paradas.
Si salimos a la noche podemos entender que la socialización aquí es muy importante. La gente sale mucho y se va comer con amigos y familias. Además la frecuencia de parejas en cada lugar es muy llamativa. Así, una camarera puede preguntar ¿de donde son vos? O una vez más ¿Vos habla castellano? Porque aquí se habla el castellano y no el español.
Si vemos gente haciendo cola cerca de una avenida se trata de una plaza de autobuses. Es muy frecuente ver gente haciendo colas a frente a lugares públicos. Algo que puede parecer extraño cuando no lo sabemos. Por ejemplo, fui a un banco para cambiar el dinero. Pero el banco aún no estaba abierto. Luego de algunos minutos vino mucha gente y empezaron a hacer cola y no entendí este comportamiento. Estas pequeñitas cosas ocurren y nos dan un sentimiento extraño de falta de cortesía o de respeto frente de nuestros anfitriones.
Uno de los más llamativos fenómenos es la comunicabilidad de la gente y su gentileza. En Buenos Aires podemos hablar y preguntar sin miedo, sin reserva. La gente te da respuesta y te da la información que necesitas. Pero, las informaciones pedidas a un cartonero, chicos que venden cartones en carros, o un guardia pueden ser bastante complicadas de entender. Después de un cierto tiempo de preguntas y respuestas sin poder realmente comunicarnos, me dijo un cartonero “me abanico” diciendo que debe irse porque estaba con su hermana que está “abotonada” que significa casada.
Aquí me ha encantado de nuevo comer en un Mc Donald. Así, me fui al más cercano de la fundación CICLO en el barrio de Ramos Mejía. El guardia me preguntaba sobre mi origen y empezamos una conversación. A lo largo de esta, le preguntaba sobre su salario y me hablaba de “lucas” de pesos que significan mil en el lenguaje normal. Esa palabra era una de las numerosas que utilizaba mi interlocutor. Es decir que es necesario hacer un curso sobre los lunfardos argentinos antes de venir en este país para poder comunicarse con la gente de diferentes niveles.
Aquí, el tren como el autobús llega a cualquier tiempo sin respeto al programa. Todo ocurre como si no hubiera un programa para el transporte público. Por eso necesitamos monedas, en el transporte todo se paga con monedas. Lo más difícil es reconocer el lugar donde debes llegar o sino leer con atención el horario y seguir las diferentes paradas.
Si salimos a la noche podemos entender que la socialización aquí es muy importante. La gente sale mucho y se va comer con amigos y familias. Además la frecuencia de parejas en cada lugar es muy llamativa. Así, una camarera puede preguntar ¿de donde son vos? O una vez más ¿Vos habla castellano? Porque aquí se habla el castellano y no el español.
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